Si puedes curar, Cura,
Si no puedes curar, Alivia,
Si no puedes aliviar, Consuela…
Víctor Frank
“El semidios”
El trabajo con comunidades rurales, hace, que cada día sea más
satisfactorio y se enriquezca aún más el espíritu. Es así, como cada una de
estas poblaciones del área rural se transforman por sus visitantes, y quien lo
visita se transforma en nuevo o mejore ser humano. Esta es la historia del
“señor” que llega a una comunidad rural, con la expectativa de cambiar modos y
estilos de pensar; a partir de ahora, el señor se llamará “Dontiti”. Él, con su
estilo de ciudad, llega a una comunidad rural de amplios paisajes, de diversos
verdes y abundantes corrientes de agua. Es así, como esta historia da inicio.
En una mañana fría de ciudad, Dontiti se prepara para iniciar unas de sus
grandes aventuras mañaneras, salir de la cama sin que ésta le amarre de nuevo
en ella, es una lucha constante de querer y no poder, ambos, el querer como la
inspiración de Morfeo para retornar a esos sueños mañaneros que se
transformaron durante la noche en posibles ráfagas de esperanza para un mundo
mejor, y el no poder, donde Zeus con su ráfaga de poder y omnipresencia impulsa
la voluntad de un “semidiós” a un nuevo mundo y cambiar la historia. Es así,
como el padre de los Dioses domina y el semidiós Dontiti, emprende su travesía
por el nuevo mundo que pretende descubrir y cambiar.
Sale Dontiti de su “templo”, en su rayo de explosiones con un máximo de
revoluciones, ocho mil por hora, hacia un nuevo mundo, o mejor, hacia el mundo
que él piensa cambiar. En su camino, se encuentra con diferentes y vistosos
atractivos que lo hacen disminuir sus revoluciones. Se toma una pausa, llega a
una pequeña ciudad, -quizás aldea- diría él; se sorprende al ver que
existen personas que quizás con menos revoluciones o menos rayos veloces, viven
mejor y comparten más con otros semejantes. Es así, como se toma una pausa e
inicia un “despertar”, es allí, cuando piensa de nuevo en su lugar de descanso
y llama de nuevo a Morfeo, recurrir a él y encontrar protección. -Pero ya es
tarde, ya estas allí-, piensa Dontiti, -no hay camino atrás, no debes de
parar- y es así como la realidad de un mundo inesperado lo traslada a
diversos colores y olores, encontrando la “pócima” perfecta para continuar su
camino, un líquido entre negro y un café oscuro de aroma ácido y penetrante,
cultivado en cimas cálidas y templadas, en laderas montañosas, donde seres
semejantes a él lo cultivan y lo preparan transformándose en uno de sus grandes
y maravillosos disfrutes de esta aldea, el “café”, que de ahora en adelante lo
llamará el “tintico”. El semidiós hace una primera pausa, no llamará más a este
lugar una aldea, lo llamará el pueblo; es así; como el semidiós en cada paso
por este lugar, “el pueblo” se tomará su tintico, así inicia una sorprendente
aventura, la aventura de Dontiti.
Dontiti llega al lugar donde un grupo de personas lo esperan
impacientemente, estas personas están expectantes de lo que el señor trae o
viene a decir; -el señor viene de una ciudad y allí hay grandes edificios y
él conoce mucho-, dice una de las señoras; la reunión se inicia con un
silencio penetrante que hace que hasta los pájaros aguarden con
sus cánticos mañaneros, expectantes de lo que sucede.
Irrumpe un sonido extraño, como un ronquido prolongado y fuerte, uno de
los presentes a la reunión dice: -Trotski silencio- todos revelan una carcajada,
señalan al perro, él saluda al nuevo visitante; se rompe el silencio y los
pájaros entonan de nuevo su cántico mañanero para colorear de sonidos los
amplios paisajes de distintas tonalidades de verdes, y abundantes corrientes de
agua.
De nuevo hay silencio, llega la dueña de la casa, la encarga de la
reunión de cada mes; la llaman “la Profe”, quizás la persona más sabia de los
presentes, -piensa Dontiti- ella muestra una larga y amplia sonrisa en
su rostro, saluda cordial y jocosamente, da la bienvenida a todos, sugiere a
los asistentes que se aproveche la llegada del visitante, quien viene con toda
la disposición para ayudarnos y orientarnos en todo lo que necesitemos, -dice
la profe-. Dontiti se enorgullece de la llegada de la profe, pero aún más se aliviana
cuando lo presenta como el sabio y el que ayudará a todos. Jajajaja…, se
presenta una larga y fuerte sonrisa en la reunión; -¿que pasara?-, se
pregunta Dontiti; pronto lo descubrirá, y será el mayor y mejor descubrimiento
que ha tenido desde que se ha separado de los brazos de Morfeo.
Inicia la tan anhelada y esperada reunión, Dontiti comienza una carrera
con el tiempo, quiere contar, hacer todo lo que tiene previsto lo más pronto
posible; ¡ha! no se puede olvidar lo más importante, “ayudar” a las personas.
Todos en la reunión participan activamente, algunos dicen: “esto es relacionado con lo que contaba otra
persona sobre los ciclos de la luna”, otra de las personas asistentes,
dice: “los niños llegan a la casa cuentan
historias de cómo se recogen las basuras, porque otro señor se los contó en la
escuela”. Una señora cuenta, “eso lo
hacen porque hay un señor que les enseña a manejar la máquina de coser”,
otras más cuentan, “la profe dice que
debemos asistir a las reuniones porque estos señores vienen ayudarnos mucho”.
Es así, como pasa el tiempo, Dontiti siente su espíritu lleno de alegría por
encontrar personas que se sienten augusto con su trabajo, pero aún siente un vacío
muy profundo que no puede llenar, la tan anhelada “ayuda” no puede darla,
descubre que él no es el salvador de nada y de nadie, ya finalizando la reunión,
los asistentes preguntan, ¿Cuándo regresa?, ¡vuelva por favor! es ahí,
justo en ese momento, cuando Dontiti cambia su semblante tosco y mal humorado
de semidiós, y se dice para asimismo. –Valió la pena-. -¡Claro!-,
responde en vos alta, -¿cuándo creen ustedes que se puede?-.
Es así, como en un
solo día, cada ser humano se transforma a partir de pequeñas experiencias, se
llena de esperanza y recupera su virtud; la virtud de ayudar al prójimo, sin
importar el lugar, el color, o el olor. Ser semejante al otro es dar un poco, o
dar mucho, o darlo todo; pero dar; ese, es el verdadero reto, “el dar”, cuando
los dioses te sueltan, para descubrir que hay más mundos afuera por conquistar.
JOHN HENRY CASTAÑO
VALENCIA
¿Para qué trabajar? Mejor hago lo que me gusta,
¡servir!